Colección Fundación Telefónica.

René Magritte, La Belle Société, 1965-1966

Óleo sobre lienzo.

Fechas de exposición: del 16 de enero al 30 de abril de 2017.

Esta obra original y vanguardista, acompaña la exposición a las obras de la Colección de Arte del Siglo XX; se exhibe junto a piezas muy relevantes del MACA, como Kiki de Montparnasse de Pablo Gargallo, lienzos y esculturas de Julio González o compartiendo el espacio vanguardista entre los Miró, Juan Gris, Alexander Calder o Ángel Ferrant.

En 1927 René Magritte [Lessines, Hainaut, (Bélgica), 1898–Bruselas, (Bélgica), 1967] se trasladó a París, donde entabló amistad con André Bretón y se convirtió en uno de los miembros más destacados del grupo surrealista. Sus composiciones se caracterizan por la yuxtaposición de objetos cotidianos en contextos inusuales, representados con una pintura depurada de colores claros y fondos planos. Esta obra recoge uno de sus motivos más célebres, el hombre tocado con un bombín y sin rostro, que a menudo ha sido interpretado como alter ego del propio Magritte. Aquí, la figura aparece duplicada y silueteada para alojar, respectivamente, un tupido follaje y un paisaje con el cielo y las nubes como protagonistas. Esta peculiar mezcla entre realidad y ficción produce una imagen desconcertante, característica del estilo del maestro belga.

En La Belle Société, pintada por el artista poco antes de morir, superpone dos siluetas de un mismo personaje, pero sustituye la imagen de un hombre por contornos que contienen motivos naturales y paisajísticos; una vegetación tupida, y delante, un perfil idéntico de playa y horizonte. Las siluetas actúan como si fuesen dos ventanas hacia la realidad exterior; quizás se observen entre ellos, quizás haya una perpetua conversación entre dos tipos de naturaleza diferente que no llegan a entrelazarse. Lejos de sumirse en el automatismo de la corriente más libre del surrealismo y sin abandonar, sin embargo, el gusto por lo onírico o psicoanalítico, Magritte dibuja con una línea segura, limpia, casi simple, con formas sencillas en aras de la libertad y la expresividad del pensamiento.

Magritte explicaba así su concepción de la pintura: “La imagen pintada es, de una parte, la descripción del mundo visible modificado por una manera de pensar, o bien por otra parte, la imagen pintada es la descripción del mundo visible comprendido de una manera espontánea”.

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