El 29 de abril de 1983, fecha de arranque de las fiestas de Nuestra Señora de la Salud, se coloca en una rotonda de Onil el “Monumento a la muñeca”. La idea nació con motivo del primer año internacional del niño, y para su realización colaboraron el Ayuntamiento, la Asociación de Fabricantes de Muñecas, el pueblo y Eusebio Sempere, a quien se le encargó la escultura. Está dedicada a los niños pero también rinde homenaje a los artesanos, empresarios y trabajadores de las fábricas de muñecas, cuya dedicatoria está en la base de mármol.
La escultura, de acero inoxidable pulido y en forma de cilindro, está formada por varillas metálicas con espacios abiertos y posee un motor que le confiere movimiento.
Su historia ha sido complicada desde la inauguración, a la que asistió Sempere, en su silla de ruedas, acompañado por su inseparable amigo Abel. Ese día falló el motor y tuvo que ser un hombre quien se introdujera en el habitáculo donde se hallaba éste y hacer rodar manualmente el monumento. Había resultado premonitoria la frase colocada en ella: “La alegría de un niño bien merece nuestro esfuerzo”, sobre todo el del Sr. Martínez Bernabé alias el “Conejo” que tuvo que hacer girar la pieza durante todo el acto.
Unos meses después la colisión de algunos vehículos con ella y el fuerte viento de ese emplazamiento fueron deteriorándola, así que decidieron desmontarla y guardarla. En 1987 se instaló, como escultura fija, en los jardines de la ermita de la Virgen de la Salud. Finalmente, en 1999 se colocó en la plaza del Centro Cultural y la escultura volvió a girar; pero por poco tiempo porque apenas se ha vuelto a conectar.