En 1972, por encargo del Ayuntamiento de Alacant, Oteiza estuvo trabajando sobre una obra dedicada al Foguerer que debía emplazarse en la Plaza de España, en cuyos aledaños se encuentran la Plaza de Toros,el Panteón de Quijano y el Paseo de Campoamor. Este entorno estaba asumiendo un claro protagonismo en la ciudad moderna emergente al ser un nudo esencial de la red viaria que empezaba a congestionarse con el creciente parque automovilístico.

El escultor, coherente con su línea de trabajo, consideró que la resolución debía asumir una escala urbana capaz de dar una respuesta adecuada susceptible de colmar las necesidades de enriquecimiento espiritual
del ciudadano actual. Se trataba de alumbrar un nuevo centro monumental como cualifi cación del espacio urbano, superando la mera ornamentación de la ciudad con una obra escultórica.

El desencuentro entre las limitadas expectativas municipales y la visión global del artista condujo a que se abortara el monumento al Foguerer tal como lo concebía el escultor. Alacant perdió, así, la oportunidad de disfrutar de una obra que, a pesar de los escasos conocimientos que disponemos de ella, se nos aparece como un hito relevante en la cualifi cación de la ciudad moderna.

 

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