HABÍA UNA VEZ, UN BOSQUE. La red invisible bajo el suelo.
Hola familias 🙂
Bienvenidas al LABORATORIO DE LETRAS E IMÁGENES. Esta es una actividad de animación a la lectura a través del arte y el juego, que realizamos en la Biblioteca del MACA en Alicante, a cargo de María Maraña y Va de cuentos. Os ofrecemos una propuesta adaptada al formato online, para aquellas familias que no podáis asistir presencialmente.
El bosque es escenario habitual en la literatura infantil. El bosque como lugar de aventuras, como laberinto, o como escondite.
En este laboratorio descubrimos el bosque como un ser vivo complejo y maravilloso que siente, se comunica y coopera. No sólo es un escenario, sino también un personaje principal.
A través de algunos álbumes informativos descubriremos que a veces la ciencia desprende magia suficiente para alimentar nuestra imaginación.
¿Pueden sentir los árboles?
Aunque todavía hay mucho por descubrir podemos decir que los árboles perciben los estímulos de su entorno.
Sus raíces tienen una sensibilidad extraordinaria (tacto), pueden diferenciar la saliva de diferentes animales cuando muerden sus hojas (gusto). Perciben dónde está la luz y crecen hacia ella (vista) y son capaces de detectar el sonido del agua (oído). Cuando tienen sed, gritan emitiendo vibraciones ultrasónicas.
Hace unos años se descubrió que los árboles en un bosque se comunican entre sí a través de una red subterránea de hongos y raíces.
Este descubrimiento que parece una fantasía nos muestra al bosque como un gigantesco ser vivo, y, al mismo tiempo, al árbol como un individuo que se comunica con su comunidad para alertar de peligros o para ofrecer ayuda.
¿De qué hablan los árboles?
El bosque es cooperativo.
Un árbol pide ayuda tal vez porque está enfermo y el resto de árboles del bosque le envían esa ayuda a través de sus raíces.
También se avisan unos a otros si hay algún insecto invasor o algún grupo animal dispuesto a comerse todas las hojas del bosque.
Los árboles adultos cuidan de los más jóvenes enviando nutrientes y savia hasta que crezcan lo suficiente para captar por ellos mismos la energía solar.
También cuidan de los más ancianos, que ya se quedaron sin hojas y no pueden producir alimento.
Podemos decir que los árboles viven en comunidad, dependen unos de otros para su supervivencia.
¿No crees que se parecen bastante a los humanos?
Los hongos cuentan con su propio reino, igual que los animales y las plantas, pero el suyo es el menos conocido de todos.
“Fungarium” es un álbum informativo que se presenta como un museo científico de los hongos. A lo largo de sus páginas de gran formato exploramos la biología de los hongos, su diversidad y su importante papel en la red de comunicación de los árboles.
Aunque se puedan parecer a las plantas los hongos son diferentes. Ellos no tienen raíces , en su lugar forman una red de hilos llamados hifas, estas son las encargadas de compartir nutrientes, agua y mensajes con los árboles. Un hongo puede estar conectado a diferentes
árboles o plantas. La red de filamentos interconectados puede ser tan grande y compleja como el bosque mismo.
A veces la presencia de esta red gigante se hace visible en la superficie con la aparición de las setas.
BOSQUES LECTORES
Os proponemos una idea sencilla y estimulante: Salir al bosque.
Coger unos cuantos libros, una manta para el suelo y un rollo de trapillo o lana.
Vamos a jugar a hacer visible la red de comunicación entre los árboles.
Busca un rincón del bosque donde haya varios árboles cercanos y empieza a unirlos con el trapillo, rodeando sus troncos, creando una trama. Esta instalación de land art nos servirá de rincón de lectura efímero. Sólo tienes que colocar la manta en el suelo, tal vez colgar algunos libros en los tramos tensos del trapillo y relajarte bajo los árboles y la lectura.
Organización y coordinación: Va de cuentos y María Maraña
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