Los llaman su club de fans. Pero un museo de arte contemporáneo como es el MACA, no está formado por hipsters sino por niños de primaria que arrastran a sus padres los domingos a ver la última exposición de Carmen Calvo, o la obra de Miquel Barceló. «Para el niño el arte contemporáneo es suyo», comenta la responsable del centro, Rosa Castells. «Es más natural para ellos que para los padres», apunta.
En una época en la que hasta los fondos de las pantallas se han convertido en imágenes artísticas, los niños crecen con ello y se convierten en «evangelizadores», una vanguardia que lo explica con una pasión en la que el adulto aún pone peros como esto no lo entiendo a obras con un siglo de antigüedad».
En 2011, el mismo año de su inauguración, empezaron los talleres infantiles. «Ya había mucho camino hecho desde la propia Asegurada (centro que fue el germen del MACA)», recuerda su responsable, «ya con Segundo García se hicieron cursos maravillosos de los que salieron visitas muy interesantes». Desde entonces, afirma, la vertiente didáctica es muy importante «como así lo pensaba el propio Sempere, al ceder su colección a los alicantinos para dar a conocer el arte contemporáneo. Ese espíritu aún permanece inalterado».
Un equipo específico para la didáctica se encarga de esa labor diaria. Actualmente integrado por Ester Guixot, María José López y Natalia Peña-que a su vez crearon Explicarte-, también se suman ocasionalmente otros profesionales «Al principio se enseñaba la sala y luego la técnica que utilizaba el artista», explica López, «pero nos dimos cuenta de que no apreciaban la obra igual». Y pone como ejemplo uno de los útlimos trabajos que han realizado, el taller de la serigrafía de la muestra Fora de sèrie, «si les decimos que Sempere usa hasta 57 planchas en una serigrafía sin ver cómo es el proceso de cada plancha, dicen «puf»; si lo hacen antes, valoran el esfuerzo».
Las explicaciones que se hacen, al igual que las actividades preparadas, se adecuan al nivel escolar. La idea es evitar una explicación ante una obra de forma que solo tenga que escuchar, por eso fomentan la participación lanzando preguntas, realizan comparaciones y diseñan talleres.
Y eso lo agradece el profesorado que acompaña en las visitas guiadas. Mariángeles, tutora de primero de ESO en el colegio Altozano, lo considera un factor esencial, hasta el punto de decidir que se realice la visita, «de hecho, si no hubiera habido, no habría elegido esta opción». Cuando se trata de preadolescentes, estos son muy activos, necesitan implicarse en la explicación como se hace mediante los talleres, por eso esta profesora destaca otro factor, «no se trata de que transmitan muchos conocimientos sino de estimular».
También de saber escuchar al que tienes delante, recalca Castells. «Porque muchas veces es el niño el que te ilustra y te enseña más cosas de las que tú le enseñas, sin ninguna duda». «Cada niño te sorprende con obras que ni pensabas que les podía gustar», puntualiza. «No es Miró porque sea más fácil. Los cinéticos, en general les vuelven locos porque todo es más lúdico, pero algunos te dicen que es Montserrat, Calder o Lucio Muñoz», apunta.
El juego del arte realmente les vuelve locos, como lo hace la mascota que han creado, el ratón Álex. Guixot explica como se inventaron para los más pequeños a este personaje que vive en la biblioteca del museo como gancho, dejando restos de pinturas o haciendo un Chillida de queso, hasta el punto de que «tienen una obsesión con él porque no pueden decir a nadie quién es».
La didáctica museística necesita «una pasión que no se corresponde con lo que se paga», reconoce Castells; que lamenta la falta de apoyos comparado con el que ejercen cajas y bancos en otros centros de arte contemporáneo a una función básica. «Es el pilar del museo, el público es el aprendizaje, es construir espectadores críticos», concluye. «No tiene sentido que tengamos las piezas colgadas su no enseñamos cómo mirarlas, pero la didáctica no se circunscribe solo a los peques, es cómo queremos contar lo que queremos contar».