Colección Florencio Martín. Depósito temporal.
Pablo Picasso, El Entierro del Conde de Orgaz, 1969. Frontispicio
Luis Fernández, Cabezas, 1944. Obras en depósito temporal
Fechas de exposición: del 25 de julio de 2017 al 6 de enero de 2018.
Eusebio Sempere había adquirido uno de los libros ilustrados más importantes de Pablo Picasso: El Entierro del Conde de Orgaz donde incluye este gabado al buril que aquí presentamos como frontispicio. Data de 1939 y de acuerdo con la técnica y el sentimiento picassiano de ese tiempo, muestra una rigidez e intensidad lineal muy características. La idea de incluir esa estampa en el libro le vino a Picasso del texto que grabó al buril armonizando letra y dibujo. Es un breve fragmento, pero sus características de estilo preconizan ya el que distingue los desatados párrafos del Entierro, con su desdén de la lógica e incluso de la ortografía, si es que no se trata de un gusto por vulnerarla abiertamente. Por tanto, este grabado que une texto y dibujo, y que surgió como pura expresión de un momento lírico, indeterminado acaso, pasa a enriquecer los ejemplares del noveno volumen de las Ediciones La Cometa.
Cercano al espíritu de Luis Fernández (Oviedo, 1900-París, 1973), Sempere adquiere este dibujo del artista uno de los artistas más importantes y secretos de la modernidad.
Fernández estudia en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Se traslada a París donde entra en contacto con los movimientos artísticos de vanguardia. Allí conocerá a artistas como Lipchitz, Braque y Ozenfant, entre otros y a los españoles Joaquín Peinado, Francisco Bores, Julio González y Picasso. Estos artistas le darán la oportunidad de conocer y trabajar los diferentes ismos artísticos de las vanguardias: cubismo, purismo, neoplasticismo a los que seguirá más tarde el surrealismo. Su obra evolucionará progresivamente hacia un mundo más personal y hermético.
Este dibujo preparatorio titulado Cabezas, confirma los rasgos arquitectónicos y geométricos que el artista ha estudiado con detenimiento y las diferentes relaciones entre las partes, sirviéndose de recursos geométricos para crear figuras de fuerte intensidad. Al igual que el original, la imagen se apoya sobre el número tres: tres cuellos, tres mentones, tres narices, … tres cabezas, de esta manera la central se sirve parcialmente de los elementos de las dos laterales. Tres cabezas constituidas rítmicamente, arquitectónicamente: los arcos ciliares aparecen sostenidos por las columnas que son la nariz, y estas se apoyan en los labios de la boca, se adornan con los arcos de los lóbulos nasales y destacan con las esferas de los tres mentones. El ritmo se establece en la verticalidad de todos estos motivos, pero también en la superposición horizontal de arcos, círculos y rectas.