Javier Barrio Navarro, propietario de una obra del artista Juan Navarro Ramón, donó la siguiente obra a la Colección del Ayuntamiento de Alicante y que ha ampliado los fondos del MACA.
- Autor: Juan Navarro Ramón
- Título: Clarté, 1952
- Técnica: Óleo sobre tela
- Medidas: 100 x 80 cm
El artista.
(Altea 1903-Sitges 1989)
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia durante dos años, para seguir posteriormente con sus estudios en Madrid, donde compaginó su trabajo en el Ministerio de Hacienda con su pintura. En 1928, se traslada a Barcelona donde establece su residencia. Su primera exposición individual la celebró en 1929 en el Salón del Heraldo de Madrid, muestra muy bien acogida tanto por la crítica de arte madrileña como por el público
Corrían ya los años 20 y en la Península llegaban las tendencias vanguardistas de los “ismos”, que también influyeron en el artista. Al año siguiente, 1930 realizó su primera exposición individual en Barcelona, en las famosas Galerías Layetanas, para trasladarse cuatro años más tarde a París, en aquellos momentos centro del arte moderno y punto de encuentro de artistas de todo el mundo que querían estar al día en materia de tendencias y estilos.
Hombre metódico, vivió su etapa parisina sin adscribirse a ningún grupo, tendencia o movimiento. En la ciudad del arte vivió una de sus etapas más fecundas, no sólo como espectador sino como protagonista activo. Sin embargo, regresó a su estudio de Barcelona y al producirse el levantamiento militar de 1936 se trasladó a Valencia integrándose en la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC) y colaborando con las actividades del Altavoz del Frente. Fue invitado a participar en 1937 en el Pabellón de la República de la Exposición Internacional de París al que presentó la obra Te vengaremos, de profunda carga política.
Tras alistarse voluntario en las filas del Ejército Popular, participó en la Batalla del Ebro y cuando se produjo la ofensiva nacionalista sobre Cataluña se exilió a Francia (enero 1939) junto con su esposa siendo internados en el campo de concentración de Saint Ciprien Plage, del que consiguieron escapar. Antes de poder trasladarse a París, reparte su tiempo entre Persignan y Coulliure. Al producirse la ocupación alemana de la capital francesa regresa a España donde es recluido e inhabilitado profesionalmente por sus ideales republicanos.
En 1941, una vez liberado se establece en Barcelona donde se incorpora a la vida artística, superando los difíciles años de la posguerra gracias a su condición de luchador nato y su gran vocación pictórica. En estos años el núcleo artístico importante se encontraba en la Campana de San Gervasio y las únicas galerías que se preocupaban por el devenir artístico de la época se encontraban en la Vía Layetana, no comparables a las salas parisinas. En ese tiempo realizó numerosos retratos de personalidades destacadas de la vida barcelonesa. Sus desnudos adquirían un relieve irreal y una sensación de misterio que los hacía atractivos para las miradas.
No abandonó su relación con París y tras la celebración en 1951 de una muestra en la Galería René Bréteu, en la que tuvo un extraordinario éxito de ventas y de críticas, permaneció durante largas temporadas en la capital francesa, en el barrio de Montparnasse, donde se relacionó con artistas de la talla de Zadkine, Forjita, Picasso o Miró.
De regreso de nuevo a España, a Barcelona, inicia una etapa intensa en su andadura artística. Hará escultura, esmaltes, grabado, dibujo, todo ello con gran dominio, madurez artística y gran sencillez. Descubre el arte español de sus contemporáneos en la República Argentina y en 1956 se traslada durante una larga temporada a este país, realizando varias exposiciones en Buenos Aires y Rosario.
Sin embargo, regresará a su villa natal, Altea, donde redescubrirá los cielos intensamente azules, las puestas de sol, los cielos inalterablemente luminosos, las nubes atravesando esos cielos luminosos que serán una fuente de inspiración para el artista antes de los inicios de su época abstracta. En 1979 fijó su residencia en Sitges, siempre en el paisaje mediterráneo, donde falleció diez años más tarde.
La obra
Su continua investigación de la pintura le llevará en la década de los años cincuenta a ampliar su campo artístico abiertamente hacia la abstracción, momento en el que se localiza la obra Clarté, realizada en 1952, en la que el artista nos muestra un arte abstracto, informal, concretando en el lienzo lo inconcreto, componiendo, inventando, organizando líneas y colores siempre bajo el principio de la armonía y del equilibro. En la obra destaca la matización del color, la melodía de la línea y una atmósfera lírica característica de las obras de esta época.
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