Tiempo de París. 1948-1960
Eusebio Sempere se traslada en 1948 a París donde vive doce años. Deslumbrado por el arte moderno, renuncia a la figuración y profundiza decididamente en el camino de la abstracción geométrica. Trabaja en silencio, casi en secreto, y realiza una importantísima serie: los «gouaches sobre cartulina», donde va delineando figuras geométricas simples, al principio planas y luego con apariencia volumétrica en disposiciones ordenadas o aleatorias. Son trabajos sencillos, emotivos e ingenuos que van complicándose en un creciente interés por el volumen, la profundidad y el movimiento. En estos gouaches crea un alfabeto propio y fija para siempre la base de su lenguaje plástico. En París contacta con el movimiento óptico-cinético con el que se identifica desde sus inicios. A través de una original investigación con la luz, realiza instalaciones escultóricas con elementos luminosos y efectos cinéticos muy innovadores que constituyen su aportación a la llamada «última vanguardia».
Sempere en España. 1960-1985
A principios de 1960 vuelve a España y se instala en Madrid con Abel Martín, su fiel compañero y leal colaborador. Las primeras obras de esta etapa son gouaches sobre tablas, pinturas atmosféricas de tema paisajístico en sintonía, por textura y color, con el informalismo español dominante. A medida que sus tablas se perfeccionan en ejecución, las líneas son más finas y precisas y el color se degrada; su pintura se vuelve más espiritual, casi mística, de sutiles y etéreos efectos de luz. Aunque siempre se consideró «antiescultor», desde finales de los sesenta, Sempere se siente atraído por el volumen, convencido de que en la tridimensionalidad del objeto puede alcanzar la plenitud de la luz y el movimiento: «formas simples, geométricas (de hierro o acero cromado) se agrupan ordenadamente o se repiten en el aire, expandiéndose por medio de la luz reflejada en efectos móviles que multiplican la sensación poética, reinventándola en el tiempo», nos dice el propio artista.